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lunes, 10 de octubre de 2011

Roma: De la Pax Romana a la anarquía

Después de que Augusto sentara las bases del poder autocrático, la paz romana estuvo a merced de la voluntad de sus emperadores. Roma se adaptó al terror y a la gloria antes de que su propio poderío militar la hundiera en la decadencia.


La estructura de gobierno ideada por Augusto demostró ser viable y se mantuvo durante mucho tiempo sin grandes modificaciones, pero hallar sucesores dignos fue un problema que, incluso en el apogeo del poderío romano, empezó a manifestarse como un síntoma de la grave crisis de esta sociedad.
  Augusto había inaugurado el principiado, una compleja forma de gobierno que, fundada exclusivamente en la autoridad personal del princeps, no tenía inicialmente carácter hereditario. A pesar de ello, Augusto aspiraba a transmitir la jefatura del Estado a sus herederos.
  Como no tenía hijos varones, Augusto optó por adoptarlos y hacerles participar en las tareas de gobierno, como en el caso de su yerno Agripa. Sin embargo, estas medidas fracasaron porque sobrevivió a cuantos esperaban sucederle. Sólo quedó Tiberio, político hábil y eficaz, pero rudo, hijo del anterior matrimonio de su esposa Livia. Tras muchas deudas, pese a haberlo desposado con su hija, Augusto se decidió a adoptarlo y designarlo como su sucesor. Tras su adopción, la familia de Tiberio recibió el nombre de Julia-Claudia. 
  Fallecido a la edad de 76 años, Augusto consiguió sus propósitos sucesorios; en un solemne acto, el Senado y el pueblo de Roma entregaron a Tiberio los poderes del principado.



¿Cómo se pudo cambiar el gobierno de Augusto ya que estuvo mucho tiempo sin modificaciones?

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