Vistas de página en total

lunes, 10 de octubre de 2011

La Iglesia y el Imperio

Las autoridades imperiales toleraron los numerosos cultos existentes siempre que sus adeptos rindiesen honores divinos al emperador. Mas, los cristianos que reconocían a un solo Dios, no podían rendir homenaje divino a un mortal. Por este motivo, los cristianos fueron considerados enemigos del Estado. El emperador Nerón acusó a los cristianos del gran incendio de Roma en el año 64 d.C. y los castigó severamente. Otros emperadores culparon a los cristianos de los muchos males que aquejaban al imperio y los crucificaron, los quemaron vivos, los arrojaron a las fieras y los hicieron luchar con los gladiadores en los circos. La primera persecución general fue ordenada por el emperador Decio (249-251). La última persecución y la más violenta fue impuesta por Diocleciano (303). Pero la violencia material resultó impotente frente al espíritu cristiano. Finalmente, el emperador Constantino, mediante el Edicto de Milan (313) concedió a la Iglesia cristiana iguales derechos que a los cultos paganos. En el año 395 Teodosio reconoció el cristianismo como religión oficial del Imperio. Mientras que el Imperio se estaba desintegrando, la Iglesia pudo aumentar cada vez más su influencia sobre la sociedad, las costumbres y el pensamiento y pudo crear una poderosa organización. Se ordenaron sacerdotes para hacerse cargo del servicio religioso y de la dirección de las iglesias parroquiales.

¿Fueron tratados justamente los cristianos dentro del imperio?

¿Los Cristianos y la iglesia se aprovecharon de alguna manera de la decadencia del imperio?

No hay comentarios:

Publicar un comentario