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domingo, 9 de octubre de 2011

Cristianismo e Imperio Romano

La propagación de la nueva religión cristiana en el seno del Imperio Romano, expansión que se vio propiciada por las carreteras que comunicaban todas las provincias del Imperio, supuso una conmoción social, política e ideológica a gran escala.

El Cristianismo no es una filosofía; el mensaje cristiano o buena nueva, que es lo que significa Evangelio, no tenía como finalidad resolver los problemas planteados por la filosofía, en torno a la verdad, al cosmos o a la felicidad humana; su finalidad era enseñar el camino de la salvación partiendo de la fe o aceptación de la verdad revelada. Sin embargo, ante los ojos de los griegos y romanos paganos, las primitivas comunidades cristianas, se parecían más a las escuelas filosóficas que buscaban la felicidad, que a lo que para ellos significaba la religión. Los cristianos hablaban de temas filosóficos, aún siendo personas incultas, y este fenómeno produjo extrañeza en unos, principalmente en científicos y filósofos, rechazo y persecución en otros, primero los judíos y después los emperadores romanos que veían en los cristianos una amenaza a su poder político ya que se negaron a dar culto al emperador y aceptación de la nueva doctrina, llegando hasta el martirio, de aquellos que se convertían.

Las principales afirmaciones de carácter filosófico que impactaron a la filosofía grecorromana fueron:

  • La creación divina del mundo o universo de la nada; la nada no tenía relevancia en el pensamiento científico, y la eternidad de la materia era un supuesto básico.
  • La idea de providencia divina y progreso social, el tiempo es un progreso lineal, una línea recta y no un eterno retorno.
  • La afirmación de la libertad humana y su responsabilidad moral, social y política.
  • La dignidad de la persona humana como hijo de Dios, noción en parte diseñada en el cosmopolitismo de los estoicos.
  • El problema del mal en el mundo.
  • Los primeros cristianos no eran filósofos, sólo daban testimonio de su fe con el martirio, es decir dando muestras de su conversión incluso hasta la muerte, como se observa en las Actas de los mártires y en las crueles persecuciones a las que fueron sometidos. San Pablo en su discurso en el Areópago de Atenas afirmaba: “Para aceptar a Cristo, los judíos quieren milagros, señales, los paganos filosofía, pero yo predico a Cristo y a Cristo crucificado”, y también recomendaba a los cristianos que se apartaran de las vanas filosofías, refiriéndose sobre todo a las corrientes materialistas. No obstante, a partir del siglo II, empiezan a convertirse al cristianismo personas cultas, que desean dar testimonio de la fe con los mismos argumentos de la filosofía, y éste es el surgimiento de la filosofía cristiana, la Apología o defensa de la fe. El cristianismo sale de las catacumbas y los discursos tienen como meta la defensa de la fe utilizando los mismos conceptos y argumentos filosóficos del platonismo, neoplatonismo y estoicismo principalmente. Al conjunto de pensadores cristianos cuya reflexión se sitúa entre los siglos II y V, - época de San Agustín- se les denomina Padres de la Iglesia o filosofía patrística.

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